Série COMBATIENTES

Yo no viví la guerra civil, pero la guerra vive en mí. Esta serie nace de una necesidad silenciosa pero persistente: mirar al pasado para entender el presente, para nombrarlo con otra voz. Pintar no fue una elección estética, fue un acto de memoria, de empatía, de reencuentro. Empecé con imágenes conocidas, icónicas. El miliciano de Capa, el niño del gueto... Pero pronto entendí que la emoción más verdadera no estaba en lo universal, sino en lo íntimo, en lo frágil, en lo que apenas dejó huella en los archivos. Así llegué a esas fotos caseras, mal escaneadas, de soldados anónimos, mujeres armadas, niños que miraban sin comprender. Me detuve en ellas como quien encuentra esas fotos en una caja olvidada. Cada cuadro es una historia no contada, una presencia que se resiste al olvido. No quise idealizar ni dramatizar. He pintado los gestos que me han conmovido: una sonrisa con fusil, una madre que grita, un niño con las manos en alto, unas monjas con armas. Oxímoros humanos. Contradicciones que nos definen. El desenfoque no es solo formal. Es el eco de una memoria que se disuelve. Es el intento de capturar lo que ya no está. Pinté con una pregunta que no termina de responderse: ¿Qué queda cuando la historia borra los nombres? 

Esta serie no pretende contar la guerra, sino darle rostro a quienes la vivieron sin querer protagonizarla. Combatientes, sí. Pero sobre todo, humanos.